Este seminario intercultural fue presentado por Fernando Contreras, representando a Intermón-Oxfam, mediante el cual el exponente nos habla de la situación alarmante del hambre en el mundo.
El ponente ha expuesto cómo tras décadas de un lento progreso en la lucha por erradicar el hambre, ésta ha seguido aumentando, a pesar de diferentes convenciones aprobadas por diversos organismos internacionales. Según las varias convenciones que la ONU viene aprobando desde 1974, toda persona tiene el derecho inalienable de ser liberada del hambre y de la malnutrición para poder desarrollarse plenamente física e intelectualmente. A pesar de todo, el hambre sigue siendo un problema muy preocupante en el mundo. Miles de personas mueren cada año en diferentes partes del mundo por el hambre. Según la FAO cada seis segundos muere un niño por problemas relacionados con la desnutrición.
Desde la academia han aparecido importantes referencias al problema, como las del premio Nobel Amartya Sen, quién expuso la realidad de las causas del hambre: no la falta de alimentos, sino la incapacidad de ciertos sectores de acceder a ellos. De alguna manera, el tema del hambre se plantea de nuevo como un problema estructural que solamente se puede solucionar a partir de reformas estructurales y no reformas sintomáticas o puntuales.
Si existe un continente especialmente azotado por el hambre éste es África. En África se concentran actualmente gran cantidad de recursos naturales, que son principalmente explotados por multinacionales basadas en occidente. Por otra parte, el llamado "desarrollo" propiciado desde las agencias de cooperación en estos países no ha sino cambiado un sistema tradicional de producción agrícola y ganadera, con el cuál no había pobreza, por el sistema de mercado actualmente vigente a nivel mundial. Este fenómeno, como apuntan ciertos autores como Paul Robbins, da como resultado un proceso de marginalización y generación de pobreza, al mismo tiempo que se explota el medio ambiente. En países como Ghana, Nigeria o en varios países de Latinoamérica se observan ejemplos constatables de esta práctica.
De alguna manera la responsabilidad del hambre recae fundamentalmente en un sistema económico occidental y controlado a partir de unas élites instauradas en las entidades financieras. El mejor ejemplo de ello ha sido el colapso general de este sistema, que ha afectado a la mayoría de habitantes del mundo occidental, pero no a las élites. En los países empobrecidos, esto se suele traducir en la generación de élites políticas que propician la explotación de recursos por parte de agentes externo, dando como resultado exclusión social y falta de gobernabilidad en los países en sí, causas principales de la pobreza.
Desgraciadamente, el sistema neoliberal se sigue promoviendo como solución a una crisis que es producto de su mera existencia y que es fruto de los intereses de una minoría instaurada en la clase política y financiera. El resultado es que el hambre crece, ya no tan sólo en los países empobrecidos, sino también en los países occidentales. Es por ello que apuntar a elementos como la producción de alimentos o la superpoblación como elementos causantes de la pobreza y el hambre en el mundo resulta un tanto cínico, teniendo en cuenta que generalmente, una gran mayoría vive y va a vivir peor que antes, para que una minoría pueda vivir en la abundancia.
El ponente ha expuesto cómo tras décadas de un lento progreso en la lucha por erradicar el hambre, ésta ha seguido aumentando, a pesar de diferentes convenciones aprobadas por diversos organismos internacionales. Según las varias convenciones que la ONU viene aprobando desde 1974, toda persona tiene el derecho inalienable de ser liberada del hambre y de la malnutrición para poder desarrollarse plenamente física e intelectualmente. A pesar de todo, el hambre sigue siendo un problema muy preocupante en el mundo. Miles de personas mueren cada año en diferentes partes del mundo por el hambre. Según la FAO cada seis segundos muere un niño por problemas relacionados con la desnutrición.
Desde la academia han aparecido importantes referencias al problema, como las del premio Nobel Amartya Sen, quién expuso la realidad de las causas del hambre: no la falta de alimentos, sino la incapacidad de ciertos sectores de acceder a ellos. De alguna manera, el tema del hambre se plantea de nuevo como un problema estructural que solamente se puede solucionar a partir de reformas estructurales y no reformas sintomáticas o puntuales.
Si existe un continente especialmente azotado por el hambre éste es África. En África se concentran actualmente gran cantidad de recursos naturales, que son principalmente explotados por multinacionales basadas en occidente. Por otra parte, el llamado "desarrollo" propiciado desde las agencias de cooperación en estos países no ha sino cambiado un sistema tradicional de producción agrícola y ganadera, con el cuál no había pobreza, por el sistema de mercado actualmente vigente a nivel mundial. Este fenómeno, como apuntan ciertos autores como Paul Robbins, da como resultado un proceso de marginalización y generación de pobreza, al mismo tiempo que se explota el medio ambiente. En países como Ghana, Nigeria o en varios países de Latinoamérica se observan ejemplos constatables de esta práctica.
De alguna manera la responsabilidad del hambre recae fundamentalmente en un sistema económico occidental y controlado a partir de unas élites instauradas en las entidades financieras. El mejor ejemplo de ello ha sido el colapso general de este sistema, que ha afectado a la mayoría de habitantes del mundo occidental, pero no a las élites. En los países empobrecidos, esto se suele traducir en la generación de élites políticas que propician la explotación de recursos por parte de agentes externo, dando como resultado exclusión social y falta de gobernabilidad en los países en sí, causas principales de la pobreza.
Desgraciadamente, el sistema neoliberal se sigue promoviendo como solución a una crisis que es producto de su mera existencia y que es fruto de los intereses de una minoría instaurada en la clase política y financiera. El resultado es que el hambre crece, ya no tan sólo en los países empobrecidos, sino también en los países occidentales. Es por ello que apuntar a elementos como la producción de alimentos o la superpoblación como elementos causantes de la pobreza y el hambre en el mundo resulta un tanto cínico, teniendo en cuenta que generalmente, una gran mayoría vive y va a vivir peor que antes, para que una minoría pueda vivir en la abundancia.